14 diciembre 2021

I Congreso Internacional de Educación y Jóvenes en Dificultad Social en Transición a la Vida Adulta (Transiciones 2021)

El pasado 1 y 2 de diciembre se celebró el tan esperado I Congreso Internacional de Educación y Jóvenes en Dificultad Social en Transición a la Vida Adulta, TRANSICIONES 2021. Su doble modalidad, presencial y online, reunió a más de doscientas personas que, entre la Facultad de Educación de la UNED en Madrid y el Centro Carlos Santamaría de la UPV/EHU en Donostia-San Sebastián, debatieron y escucharon los argumentos que respaldaban las innovadoras propuestas de acción para los retos a los que, actualmente, la juventud se ve obligada a enfrentarse en su transición a la vida adulta.

Bajo el lema El camino hacia la plena autonomía y el compromiso social, el fin último del congreso fue contribuir a la mejora de la acción socioeducativa dirigida a los jóvenes y, por extensión, a la sociedad en general. En este sentido, el encuentro puso sobre la mesa las herramientas necesarias para que profesionales, académicos o estudiantes del ámbito educativo y social colaboren en la búsqueda de mejoras efectivas que faciliten una transición a la vida adulta de forma autónoma y responsable de los jóvenes en general, y muy especialmente de aquellos que están o han pasado por el sistema de protección.

Resulta inconmensurable todo el trabajo y el esfuerzo que se ha dedicado a la ejecución de este congreso. Se ha abarcado un numeroso abanico de temas que van desde los avances en investigación, la formación de profesionales que trabajan con jóvenes y su proceso de autonomía, hasta el rol de la universidad y de las administraciones públicas en la acción educativa con ellos.

Algunas de las reflexiones más interesantes han ido de la mano del análisis de las investigaciones que se hacen al respecto, poniendo en valor los avances alcanzados. Las barreras que los jóvenes tutelados y extutelados deben hacer frente para acceder y continuar con sus procesos formativos, así como para realizar transiciones laborales que les permitan acceder a empleos dignos, se presentó como un tema clave. Además, se dejó ver la tendencia que ha ido ganando fuerza en los últimos años, centrada en el caso de colectivos específicos atendiendo a la diversidad, como jóvenes extranjeros y jóvenes extutelados con discapacidad, así como a la inclusión de la perspectiva de género, que permite tener en consideración las condiciones tan distintas de las adolescentes y las jóvenes en el sistema de protección.

Por otro lado, objeto de debate y que permitieron empatizar con la parte más humana del encuentro, fueron las expectativas relacionadas con las responsabilidades y actitudes autónomas que han de obtener los jóvenes, resaltando que en ocasiones la gran mayoría son tratados como infantes dependientes y sin autodeterminación. Por lo que pasan, en palabras del congreso, de no tomar ninguna decisión a tener que tomarlas todas y de golpe una vez han cumplido los 18 años.

Otro de los ámbitos desarrollados, junto con la empatía, alude a las relaciones interpersonales y los vínculos socioafectivos o grupos de apoyo. Se insistía en trabajar ambos para que, en el futuro, los jóvenes sepan lidiar con ellos cuando sean adultos: como en el caso de tener dos familias o dejar atrás educadores y amistades que han resultado ser de gran ayuda. Por ello se recordaba el esfuerzo titánico que se les pide llevar a cabo en muy poco tiempo para integrar todas aquellas situaciones que necesitan un trabajo especial de las competencias emocionales.

Como conclusión, entre las voces de la audiencia allí presente, se escuchó un mensaje sensibilizador que puso de manifiesto la importancia de este congreso y la necesidad de tomar responsabilidad como sociedad en este asunto:

“Actualmente, todos los jóvenes se encuentran en dificultad social. A la cola de Europa en emancipación, se ven privados de autonomía y responsabilidad, lo que afecta a su autoestima. No pueden poner en práctica sus derechos y sus capacidades. Y si esto les sucede a los jóvenes que cuentan con recursos, para aquellos que no tengan será mucho peor. No son suficientes las capacidades para empoderarse; se necesitan oportunidades, posibilidades. Cuando no hay recursos o políticas públicas dedicadas a ellos, no hay salida. Va más allá de las buenas y necesarias prácticas de los profesionales en los centros”.