Participación política
08 marzo 2019

Joven y mujer. Nuevos rostros en la vanguardia de la movilización social

Nos dicen que somos jóvenes, pero no hay tiempo para esperar a que crezcamos y nos hagamos cargo.

Quiero empezar recuperando algunas ideas que ya expusieron Juan González-Anleo y Paulí Dávila en sus respectivos artículos publicados en esta misma sección con motivo del aniversario de mayo del 68, a saber:

  1. 1968 no solamente fue una gigantesca estación de llegada de los más variopintos movimientos sociales, sino también la estación de salida de nuevas sensibilidades, de nuevos intereses, conciencias e identidades: los nuevos movimientos antibelicistas, el feminismo, los movimientos LGTB, el ecologismo, etc.
  2. 1968 también representa un hito en la configuración de la juventud (especialmente la juventud universitaria) como un sujeto político capaz de llevar a cabo cambios revolucionarios en la vida cotidiana y también en lo social, político y cultural.

Ciertamente, mayo del 68 fue la estación de salida de nuevas conciencias, movimientos, identidades, etc. aunque no es menos cierto que en lo que respecta a la movilización juvenil, a este período le siguieron décadas de desmovilización, apatía y desencanto en el contexto de las principales sociedades occidentales, particularmente en España. Sin embargo, tras el estallido de la crisis económica en 2008, este escenario de desmovilización juvenil empieza a mostrar signos de cambio, en lo que puede apreciarse como una reactivación del “sujeto político juventud” y su legítima aspiración de reclamar su espacio en la toma de decisiones políticas que afectan a su futuro. Quizás con un leve, aunque importante matiz, el papel de las mujeres jóvenes en el relato construido tanto de mayo del 68 como de los movimientos que le sucedieron (a excepción del movimiento feminista), ha quedado bastante difuminado cuando no invisibilizado en el lenguaje, imaginario y referenciación de las figuras masculinas. Pues bien, este relato también arroja signos de cambio en lo que respecta a las movilizaciones juveniles actuales, muchas de ellas representadas por figuras femeninas jóvenes y adolescentes.

En este artículo abriremos una reflexión sobre el papel de la mujer joven en los movimientos que están teniendo mayor repercusión a nivel global. Trataremos de dar algunas claves que ayuden a explicar por qué esto está sucediendo y cerraremos con el debate en torno a si estos nuevos liderazgos femeninos tienen un carácter diferencial en relación a sus pares masculinos o no.

La primera mención debe corresponder al papel que están desempeñando las jóvenes en el movimiento feminista, ya con tintes de movilización global. En este caso, la histórica movilización que se produce en Argentina desde mediados de 2018 en favor de la despenalización del aborto, bautizada por la prensa como “La revolución de las hijas”, muestra el protagonismo de la juventud, no solo por tomar la voz en la sesión parlamentaria donde se discutía y votaba dicha ley o en su presencia masiva en las manifestaciones que se sucedieron por todo el país, si no muy especialmente, por ser las responsables de ampliar el debate en torno a las diferentes desigualdades que sufren las mujeres e introducirlo en el conjunto de la sociedad argentina (hogares, escuelas, partidos políticos, etc.), tal y como apunta la ensayista argentina Luciana Peker:

Las grandes protagonistas políticas de la marea verde son adolescentes. Porque tomaron todo lo que existía y lo sacaron a la calle. Lo pusieron arriba de la mesa en las cenas familiares. Lo llevaron en sus cuellos, muñecas y mochilas en forma de pañuelo, elemento que ahora significa empoderamiento y complicidad

La huelga y movilización feminista del 8 de marzo de 2018 en España también tuvo tintes históricos. La presencia de la juventud fue uno de los temas más destacados en los análisis posteriores, quizás uno de los datos que pueden ayudar a comprender esto son los ofrecidos por el barómetro del CIS: en abril de 2018, el feminismo aparece como la segunda mayor ‘ideología’ entre los/as jóvenes de 18 a 24 años con un 10,3% y solo superada por el liberalismo con un 14,1%. En el barómetro del CIS de enero de 2019, la identificación con el feminismo aumenta hasta un 14,4% y recorta distancias con respecto al liberalismo (situado todavía en primer lugar con un 15,8%).

Esto no supone que la mayoría de los jóvenes españoles sea feminista, los datos del último estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud descartan esta idea [1]. Aunque si se puede decir que es una ideología en expansión y esto coincide con una apertura del propio movimiento hacia diferentes ideas de mujer con sus diferentes cosmovisiones, más allá del perfil de mujer blanca y occidental que había marcado la pauta en el camino hacia la igualdad de género. En esto, las voces más reconocidas dentro del movimiento feminista global también reconocen el aporte significativo de la juventud durante estos últimos años, abriendo el espectro de personas que se pueden sentir incluidas dentro del feminismo (también los hombres) y posibilitando su expansión a escala global, en lo que está empezando a advertirse, aunque no sin cierta controversia, como una posible cuarta ola [2] (González, 2007).

Toca ahora trascender a lo que atañe estrictamente al movimiento feminista, para hacer mención a la importancia de las figuras femeninas que están emergiendo en otras movilizaciones juveniles de nuestros días.

Sede de la Comisión Europea (Bruselas) 21 de febrero, Greta Thunberg la cabeza más visible del movimiento FridaysForFuture, denuncia ante Jean-Claude Juncker y el resto de los comisarios europeos, la inacción de los líderes políticos mundiales ante la actual crisis medioambiental (ya lo había hecho antes en el Foro de Davos y en la Cumbre del Clima de Katowice). En los discursos de esta adolescente sueca de 16 años, se puede advertir la rabia de toda una generación de jóvenes que ve peligrar su futuro y el de todo el planeta solo “por la oportunidad de que un número muy pequeño de personas continúe haciendo enormes cantidades de dinero”.

Como suele resultar habitual en estos casos, una buena parte del mundo adulto, incluidos aquellos que detentan puestos de responsabilidad política, han respondido a las huelgas estudiantiles por la justicia climática con un tono de condescendencia, a veces intentando devolver a los jóvenes a lo que ellos entienden que es su único lugar en la sociedad (los centros de estudio), ante esto Thunberg les responde: “Tengo mis libros. ¿Qué voy a aprender en la escuela? Los hechos no importan; los políticos no están escuchando a los científicos: ¿qué aprendería en la escuela?”

El 15 de marzo, estudiantes de todo el mundo adheridos al movimiento FridaysForFuture, han convocado una huelga global por el clima con más de 500 actos en 51 países del mundo, desde Europa hasta América, desde Australia a Irán, India y Japón en lo que se prevé como la mayor movilización estudiantil hasta el momento.

Si nos desplazamos ahora al terreno de la educación, observamos que las movilizaciones juveniles de los últimos años y en diversos países, vuelven a estar lideradas o al menos representadas por una figura femenina. Más allá de la archiconocida Malala Yousafzai se pueden citar el ejemplo de Camila Vallejo, tenía 23 años cuando se convirtió en la cabeza visible de la movilización de los estudiantes chilenos en 2011 por una educación pública, gratuita y de calidad. También Ana Júlia Ribeiro, la adolescente de 16 años que puso rostro y voz al movimiento secundarista en Brasil, que en octubre de 2016 ocupó alrededor de 800 institutos públicos de Paraná y otros cientos por el país, inclusive universidades, en protesta por el proyecto de reforma de la enseñanza secundaria del Gobierno Temer.

La respuesta de la clase dirigente, al igual que en los casos de Chile o del movimiento FridaysForFuture, fue tratar de deslegitimizar la acción de los estudiantes poniendo en duda su capacidad para pensar por sí mismos, acusándolos de haber sido adoctrinados por la oposición política.

Ana Júlia Ribeiro, en la Asamblea Legislativa de Paraná.
Es un insulto a los estudiantes, que digáis que estamos adoctrinados […]. Nuestra única bandera es la educación […]. Nosotros tenemos que estar en contra del analfabetismo funcional que hoy es un gran problema en Brasil y es por lo que estamos aquí, es por eso por lo que nosotros ocupamos nuestras escuelas.

Es interesante hacer ahora una mención a dos movimientos juveniles con presencia especialmente en EEUU, Blacks Lives Matters y Never Again. El primero centrado en denunciar la violencia policial contra las personas negras y la desigualdad racial en el sistema de justicia penal norteamericano, conecta directamente con el movimiento Black Power y el movimiento por los derechos civiles del 68. El segundo, liderado por estudiantes sobrevivientes del Tiroteo en la escuela secundaria Stoneman Douglas (Parkland), defiende un control más estricto del uso de armas de fuego en el país y la prevención contra la violencia que está inserta en el conjunto de la sociedad, en lo que puede verse como una reminiscencia de los movimientos pacifistas que se originan con la guerra de Vietnam. Blacks Lives Matters fue fundado en 2013 por tres jóvenes afroamericanas Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi, mientras que Nerver Again acabó siendo personificado por el perfil tremendamente carismático de Emma González.

Juan González-Anleo termina su artículo aludiendo al legado del 68 que como hemos tratado de mostrar aquí, sigue vivo en el movimiento ecologista de FridaysForFuture, los movimientos feministas, las luchas estudiantiles o por la igualdad racial en EEUU, es por lo que hablamos en el principio del artículo de una reactivación del “sujeto político juventud”, aunque en esta reactivación cobrará cada vez más importancia el binomio joven-mujer.

Liderazgos femeninos ¿El inicio de una tendencia en la movilización juvenil?

Los límites de este artículo nos impiden mostrar muchos otros ejemplos de liderazgos femeninos en los movimientos juveniles, pese a esto, podemos pensar que son ejemplos aislados sin ninguna relación entre ellos o el inicio de una tendencia.

Para entender porque se podrían estar produciendo estos nuevos liderazgos, echamos mano de la sociología del extranjero de George Simmel, para quien ser extranjero no necesariamente significa venir de otro país, sino que es quien se encuentra en el horizonte espacial de un grupo social dado, que es parte del grupo, pero se integra a éste mediante su exclusión. En este caso, el binomio mujer-joven aplica dentro de la categorización de extranjero de Simmel, pues se enfrenta a una doble desigualdad en función de su edad y su género. Por otra parte, siguiendo al autor, con respecto al grupo social, el extranjero se encuentra en una situación de lejanía/proximidad y de interés/desinterés por la cual se vuelve un sujeto libre en términos de las determinaciones y los prejuicios del grupo ( Penchaszadeh, 2008).

Esto podría significar que la tradicional lejanía de la mujer joven en lo que respecta a la toma de decisiones en las estructuras sociales establecidas, la sitúa en una posición privilegiada para observar y manifestarse sobre todo lo que puede estar pasando en las sociedades en las que viven. Por otra parte, debido a su mayor formación y al hacerse consciente de sus propias capacidades así como expectativas sociales (lo que en términos se conoce como empoderamiento), asume cada vez con mayor frecuencia el liderazgo en la movilización juvenil. El espacio público, reservado en tiempos anteriores casi exclusivamente a los hombres y especialmente a los hombres adultos, está siendo ocupado lentamente por más mujeres y en los últimos años por mujeres jóvenes.

Finalmente, la pregunta sería, ¿Aportan estos nuevos liderazgos un valor diferencial?

Esta cuestión aparece cada vez con mayor frecuencia en el debate público, en buena medida por el esperanza depositada en que el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad contribuya a establecer relaciones de trabajo o de gestión pública más transformativas, inspiradas en la colaboración más que en la competencia, en el cuidado, la empatía hacia el otro, en el carácter deliberativo más que ejecutivo de las decisiones, etc. Aunque debemos apuntar que esta visión se basa nuevamente en estereotipos de género ¿Por qué un hombre no va a poder reproducir este tipo de liderazgo? Y lo contrario ¿Por qué una mujer no va a poder tener un perfil más ejecutivo, competitivo, etc.?

Los estudios realizados en este campo, aún muy incipientes, tampoco aportan resultados concluyentes, en atención a la diversidad de enfoques, paradigmas y metodologías de investigación. Así las discrepancias y omisiones existentes impiden la acumulación de conocimiento y, por tanto, la obtención de conclusiones sólidas sobre esta cuestión (Cuadrado, 2003).

A mi juicio este debate no debe hacernos perder el foco sobre lo importante, que debe ser tal y como apunta el filósofo Daniel Inerarity, la entrada paritaria de mujeres en el espacio público, “no porque las mujeres vayan a llevar a cabo en el ámbito público las tareas que realizaban en el privado, ni porque representen una forma diferente de hacer la política, sino porque nos obliga a todos a revisar el tradicional reparto de funciones y, sobre todo, a deconstruir el ideal humano de la autosuficiencia. Al trastocar la política de la autosuficiencia, se abre paso a un modelo en el que otros valores –la ­vulnerabilidad, la cooperación, el cuidado– puedan ser propiedades y asuntos del espacio público (de hombres y mujeres, por tanto)”.

Logo del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica (OJI)

Ariana Pérez

Notas

  • [1]

    La juventud española se encuentra polarizada en sus posturas frente a la equidad de géneros. Un 56% se posiciona en un polo más resistente a reconocer la desigualdad y un 44% se muestra militante frente a estereotipos y creencias machistas (CRS, 2019).

  • [2]

    Amelia Valcárcel (entre muchas otras autoras y autores) clasifican la historia del movimiento feminista en tres olas: El feminismo durante la Ilustración (primera ola), el feminismo liberal sufragista, desde mediados del siglo XIX hasta los años 50 (segunda ola) y el feminismo contemporáneo (tercera ola).

Bibliografía

  • Cuadrado, I. (2003). ¿ Emplean hombres y mujeres deferentes estilos de liderazgo? Análisis de la influencia de los estilos de liderazgo en el acceso a los puestos de dirección. Revista de psicología social, 18(3), 283-307.
  • González, M. M. (2007). Jóvenes y Feminismo:¿ hacia un feminismo de la “subversión”?. Revista vasca de sociología y ciencia política, 43, 97.
  • Penchaszadeh, A. P. (2008). La cuestión del extranjero. Una mirada desde la teoría de Simmel. Revista Colombiana de Sociología, (31), 51-67.
  • Rodríguez y Ballesteros. (2019). I Informe Jóvenes y Género. La (in)consciencia de equidad de la población joven en España. Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.